La represión policial contra una sentada de unas 100 personas en la
Plaza Tahrir el pasado 19 de noviembre se ha convertido en un desafío de masas
contra la junta militar egipcia. Cientos de miles de manifestantes han vuelto a
ocupar las calles de El Cairo, Alejandría e Ismailía, exigiendo el fin del
régimen militar.
A una semana de la convocatoria electoral constituyente, la dimensión
de las manifestaciones es comparable con las que acabaron en enero y febrero con
el régimen de Mubarak. Tras varios días de represión brutal, que han causado al
menos 41 muertos, el gobernante de facto de Egipto, el Mariscal Mohamed Hussein
Tantawi, ha prometido una transición en favor de un presidente civil electo en
julio, seis meses antes de la fecha anunciada por la Junta militar. Ante la
dimensión de las manifestaciones populares y la brutalidad de la represión, la
Administración Obama, principal garante de la Junta militar, ha pedido que se
dote ya al nuevo gobierno provisional de poderes reales.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) ha hecho también
otras concesiones, prohibiendo la participación en las elecciones de antiguos
cuadros del Partido Nacional Democrático (PND) de Mubarak. Entre tanto, el
gobierno civil provisional, dirigido por el primer ministro Essam Sharaf, ha
dimitido el 21 de noviembre bajo la presión del movimiento de masas. Kamal al
Ganzuri, que ya fue primer ministro con Mubarak y tiene 78 años, ha sido
designado por los militares para formar el nuevo gobierno
Tantawi se ha negado, sin embargo, a retirar las condiciones de la
Junta militar a la nueva Asamblea Constituyente, entre ellas el control del
ejercito sobre su presupuesto y su papel de arbitro político. Ha llegado,
asimismo a un pacto con los Hermanos Musulmanes, que no han participado como
organización en la movilización popular y esperan ganar las elecciones este
lunes.
¿Qué ha
desencadenado esta nueva crisis en Egipto?
La causa inmediata ha sido el incidente del pasado sábado 19 de noviembre,
cuando la policía disolvió una sentada de no más de 100 personas en el centro
de la Plaza Tahrir. La mayor parte de ellos ya habían sufrido la represión en
el levantamiento del 25 de enero que provocó la caída de Mubarak.
La sentada había sido precedida el día anterior por una gran
manifestación, mayoritariamente islamista, que exigió al Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas que entregase el poder a una administración civil antes de mayo
de 2012. No hubo problemas ese día. Pero un dirigente islamista, un conservador
salafista, desconvocó la sentada que habían programado a continuación y solo
unas cien personas del sector laico pasaron la noche en la plaza. A la mañana
siguiente la policía cargó contra ellos y los echo de la plaza.
Pero miles de personas respondieron volviendo a la plaza Tahrir. El
día 20 ya había decenas de miles de personas, que expulsaron a su vez a la
policía. Y fue ello lo que provocó el pulso político que tuvo lugar después.
El segundo elemento a tener en cuenta ha sido la coincidencia estas
últimas tres semanas de una serie de protestas contra el régimen militar y las
cortes marciales contra civiles. No fueron protestas masivas, solo de unas
2.000 a 5.000 personas en el mejor de los casos. Pero fueron acumulando fuerza,
como un indicio de que podían acabar convirtiéndose en algo más importante.
En las últimas semanas ha sido perceptible como crecía el sentimiento
de autoconfianza entre militantes y familias de los encarcelados en las
cárceles militares a la espera de ser juzgados por las cortes marciales. Ahora
es evidente que fue un proceso que acabo en la vuelta a la plaza y el
enfrentamiento con la policía para quedarse en ella.
El motivo subyacente es que el gobierno provisional y el CSFA han
fracasado miserablemente a la hora de llevar a cabo cualquier reforma social o
económica que mejorase en estos nueve meses la calidad de vida de la gente. No
han subido el salario mínimo, como prometieron en marzo, y han sido incapaces
de establecer ningún sistema de control de precios de los alimentos básicos.
De hecho, en los últimos cinco meses, el CSFA no solo no ha intentado ninguna
reforma económica seria, sino que, poco a poco, ha intentado restablecer el
aparato represivo de Mubarak. Los militares han intentado restablecer la
autoridad de la policía. Las Fuerzas de Seguridad Centrales, el corazón del
aparato represivo de la policía, ha vuelto a actuar a su antojo contra
huelguistas, sentadas y cualquier otra forma de protesta.
Así que, en vez de llevar a cabo algún tipo de reforma significativa,
el CSFA reprime todas las manifestaciones, protestas y huelgas. Y, aunque
promete que no permitirá que el PND de Mubarak participe como tal en las
elecciones, antiguos miembros del PND han constituido hasta ocho partidos
nuevos. En otras palabras, el CSFA esta reconstruyendo a su antojo el mapa
político con los restos del PND, facilitando que vuelvan al parlamento.
¿Cual ha
sido ha reacción popular?
Una mayoría de los que hoy se manifiestan muy probablemente apoyaron
al CSFA en febrero, convencidos de que se había colocado al lado del pueblo y
comenzaría a desmantelar el aparato del régimen de Mubarak. A costado nueve
meses de frustraciones ante la política económica y la represión del régimen
militar cambiar esa actitud inicial. Muchos jóvenes y muchos trabajadores que
confiaron en el CSFA han tomado conciencia desde febrero.
Hay otro motivo para la ira popular: el que los partidos liberales e
islamistas estén intentando encontrar la manera de compartir el poder con el
PND y el CSFA mediante las elecciones parlamentarias y presidenciales. La
conciencia popular de la realidad cambiaba por lo tanto bajo la apariencia de
estabilidad, pero la gente no tenía aun confianza para oponerse luchando. Pero
de pronto, de manera inesperada, una oleada tras otra de gente ha vuelto a
salir del silencio impuesto estos meses y la desmoralización se ha convertido
en autoconfianza.
¿Cual es
la actitud de los partidos islamistas frente al gobierno provisional y el CSFA?
¿Cómo han reaccionado ante la nueva ola de movilizaciones?
Los grupos islamistas han apoyado al CSFA y han declarado una y otra
vez que no criticarán al ejercito ni a la Junta militar. Los Hermanos
Musulmanes, especialmente, han participado en muchos conflictos sociales para
contenerlos, y en el caso de huelgas, para romperlas. Los Hermanos Musulmanes
intentaron romper dos huelgas de médicos en la primavera y el verano. Han
apoyado al CSFA al 100%.
Hasta que el CSFA anunció que controlaría el proceso de redacción de
la nueva Constitución y que se reservaba poder de veto sobre cualquier
legislación que afectase al ejército, y que su presupuesto seguiría siendo
secreto. El debate sobre este tema duró todo un mes y abrió una brecha entre
los islamistas y el ejército.
Los islamistas tenían miedo a su vez que el ejército impidiese que se
incluyeran en la Constitución toda una serie de artículos introduciendo la
Sharia, la jurisprudencia islámica. Fue esto lo que motivó la protesta del
viernes 19 de noviembre: el intento de los Hermanos Musulmanes de presionar al
CSFA para que acepte en la Constitución la Sharia.
El viernes, los islamistas exigieron al CSFA que entregase el poder a
una administración civil no más tarde de abril. El martes, la principal
consigna en la Plaza Tahrir era: "¡Dimisión inmediata del Mariscal!".
La rabia comenzó a dirigirse contra los propios dirigentes islamistas. Uno de
ellos, candidato presidencial, fue golpeado en la Plaza. Y el numero dos en la
jerarquía de los Hermanos Musulmanes fue obligado a abandonarla.
Lo que surgió fue un nuevo movimiento de masas...en 72 horas. Esta
creando una brecha entre miles de jóvenes partidarios de los Hermanos
Musulmanes y la dirección de la hermandad. Muchos jóvenes islamistas se han
sumado a las manifestaciones en contra de las ordenes expresas de su dirección.
En la Plaza Tahrir ahora hay liberales, independientes, izquierdistas
e islamistas. Lo que crea divisiones en el bloque islamista. Los pobres y los
trabajadores islamistas sienten que tienen que volver a la Plaza para defenderla
de la brutalidad policial. El martes 22 de noviembre había más de un millón de
personas en las calles de El Cairo y decenas de miles más en todo el país, todo
ello sin aviso previo 48 horas antes.
¿Qué papel
ha jugado Estados Unidos en esta crisis?
Funcionarios de EE UU han estado en contacto permanente y negociando
con los Hermanos Musulmanes. Han afirmado que estaban trabajando a favor de un
gobierno de coalición de los Hermanos Musulmanes, antiguos miembros del PND de
Mubarak y algunos liberales. Las elecciones fueron diseñadas para que el
resultado fuera un parlamento prácticamente igual al de Mubarak. EE UU y el
CSFA estaban convencidos de que habían estabilizado la situación y que habían
segado la yerba bajo los pies del movimiento revolucionario.
Esta es la razón de la brutal intervención de la policía el sábado
pasado para disolver la sentada, como han hecho en muchas otras ocasiones. Abre
algunas cabezas, rompe algunos huesos… con eso bastaba. No esperaban el aluvión
de ira y la decisión de luchar que provocaron.
Parecía que los islamistas estaban dispuestos a formar un gobierno de
coalición con el consentimiento del CSFA. Pero ahora, toda la correlación de
fuerzas ha cambiado. En solo 48 horas el movimiento ha sido capaz de imponer
una de las reivindicaciones que más ha defendido en estos nueve meses: la
prohibición de que los antiguos miembros del PND puedan participar en las
elecciones en los próximos cinco años, aun cuando muchos de ellos figuran en
las listas de la convocatoria que tendrá lugar en una semana.
Y lo que es más importante, el CSFA se ha visto obligado a suspender
las investigaciones militares sobre la actuación de la policía militar y
referir todos los casos a los fiscales civiles. esta era una reivindicación
central desde el 9 de octubre, cuando la policía militar masacró a un grupo de
la policía civil durante una manifestación de cristianos coptos.
¿Cómo han
podido los manifestantes reocupar la Plaza Tahrir a pesar de la represión?
Hoy es martes 22 de noviembre y hay millones de personas en la Plaza
Tahrir, que se manifiestan pacíficamente. Pero las calles circundantes han sido
el escenario de una dura batalla que se prolonga durante 72 horas.
Una de las calles que sale de la Plaza Tahrir. cerca del viejo campus
de la Universidad Americana, parece un campo de batalla de la I Guerra Mundial.
Miles de policías intentan defender el Ministerio del Interior. Disparan gases
contra la multitud cada cinco minutos, y así llevan cuatro días, gracias al
aprovisionamiento de material antidisturbios que les llega de EE UU. También
disparan balas de goma.
Pero no es la brutalidad policial de siempre. Tras el primer ataque de
la policía el domingo por la mañana, volvieron a cargar a las 17:00 pm, cuando
ya había 30 0 40 mil personas en la Plaza. Pero esta vez volvieron acompañados
de la policía militar y fue cuando comenzó la masacre. La gente murió como
consecuencia de las balas de goma y de munición real. Fue consecuencia de una
estrategia policial de utilizar franco-tiradores de las Fuerzas de Seguridad
Centrales. Los médicos declararon que las heridas de bala estaban concentradas
en la cabeza y el cuello de las víctimas.
La policía recogió los cadáveres de los asesinados y los colocó en
filas en las aceras. Arrastraron uno de los cadáveres más de 40 metros y lo
arrojaron a un gran cubo de basuras. En otra parte de la Plaza golpeaban con
palos las cabezas de las victimas para asegurarse que estaban muertos. Para
mucha gente fueron escenas de terror peores que las que habían sufrido con
Mubarak.
La actitud de la policía militar cambió la opinión pública. Fue un
auténtico choque para la gente, que creía que los peores días de Mubarak ya no
volverían. Quizás no les gustaba el CSFA, pero al menos creían que era mejor
que Mubarak. Ahora la gente dice: "No tenemos 1 Mubarak, sino 16
Mubaraks", porque 16 son los componentes del CSFA.
¿Cuál es
la composición social de los manifestantes en la Plaza Tahrir?
Es muy similar a la de enero y febrero, aunque hay menos clase media y
más trabajadores. La mayoría de los que han muerto a manos de la policía son
pobres, jóvenes obreros, que venían de los barrios de chabolas, jóvenes sin
esperanza a los que no se ha hecho el menor caso durante años.
Uno de los asesinados era un joven que ayudaba a una chica a romper
los adoquines para tirar piedras a la policía. Le llegó a decir: "no tengo
educación ni futuro. La policía acabará conmigo cualquier día en todo caso.
Moriré aquí. Pero vete tu, que tienes educación y puedes ayudar al
movimiento".
Si esta movilización continúa, más jóvenes islamistas y salafistas se
unirán a la lucha. Muchos de los médicos que atienden a los heridos son
Hermanos Musulmanes que dicen que han venido a la plaza por motivos de
conciencia.
Hay quién
ha defendido la posibilidad de una huelga general como el próximo paso. ¿Crees
que es posible?
En septiembre estuvimos muy cerca de que fuera posible, cuando se
convocó una huelga general de maestros, la primera desde 1951, coincidiendo con
una huelga de conductores de autobús en El Cairo, que duró veinte días, y dos grandes huelgas generales de médicos de
la seguridad social pública. Llegó a haber más de 750.000 trabajadores en
huelga en sectores claves de la economía en algunos momentos del mes de
septiembre. Mucha gente en la izquierda pensó que se acabaría produciendo una
huelga general.
Pero las huelgas no tuvieron éxito, aunque tampoco fueron derrotadas.
Mucha gente se desmoralizó. los trabajadores no están aun bien organizados para
enfrentarse al CSFA. En la actualidad, no es la policía la que viene a romper o
reprimir las huelgas, sino el ejercito directamente.
En este momento no están teniendo lugar huelgas masivas, aunque
continuamente hay paros y conflictos en las empresas. Pero las últimas 72 horas
han generado una importante autoconfianza en la gente para enfrentarse al CSFA.
El numero de sindicatos independientes ha pasado de 90 a 250 desde el verano.
Pero aunque hay bastantes sindicatos, no hay una organización política de la
clase obrera en el país.
¿Cual es
el siguiente paso? ¿Podrán celebrarse las elecciones en la fecha prevista?
Los últimos cinco meses han sido un período de reflujo del movimiento
revolucionario, a pesar de las huelgas y de la situación pre-huelga general de
septiembre, que he descrito. El CSFA ha tenido la iniciativa y el movimiento
estaba desmoralizado. Pero la situación ha cambiado de pronto.
¿Pueden celebrarse las elecciones dentro de 5 días? La batalla
continúa. Pero ya ha sido un gran triunfo la caída del gobierno provisional de
Essam Sharaf. Sharaf había prometido ser el primer ministro de Plaza Tahrir,
pero lleno su gobierno de antiguos políticos del PND con excepción de tres o
cuatro carteras.
La consigna popular del momento es un gobierno de unidad sin gentes
del PND. Las negociaciones buscan la formación de un gobierno con islamistas,
liberales y quizás alguna figura de la izquierda. Si llega a formarse, el nuevo
gobierno provisional actuará en circunstancias muy distintas al anterior. La
gente dice que cuando puso en el gobierno a Sharaf en marzo, le dio un cheque
en blanco e intentaron acabar con la revolución. Esta vez serán responsables
ante el movimiento.
No se trata de una mera manifestación contra el CSFA. El nivel de
conciencia es muy superior que en los últimos meses.
Mustafa Omar es miembro de los Socialistas
Revolucionarios de Egipto y periodista de la publicación electrónica egipcia en
inglés Ahram Online (http://english.ahram.org.eg/ ). La entrevista de Lee
Sustar fue publicada en Socialist Worker.
Traducción para www.sinpermiso.info:
G. Buster
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4588
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